Llovía. Ese día me dejaba llevar por el sonido de la lluvia, no podía concentrarme, estaba inquieto sin saber por qué. Decidí entonces salir a despejarme, sólo quería caminar un rato entre la gente, no pensar en el trabajo, sólo sentir.
Y sentí. No estaba preparado, era imposible estarlo, su presencia llegó a mí repentinamente. Aún llovía, ya no importaba, mientras la contemplaba nada más tenía sentido. Estaba claro que no podía pertenecer a este mundo, tal perfección es imposible en un mundo imperfecto, tal vez era un ángel, tal vez una musa, tal vez un sueño. Estaba despierto, de eso estoy seguro, pero eso no elimina ninguna de las opciones. De repente el brillo del sol hizo su aparición, bajo sus rayos se veía aún más bella.
¿Qué pasó después? Sólo una pista: Serendipia.